Reflexiones de Purim I

Purim, Amalek y el Pensamiento
Y que todos los pensamientos que ideaba su corazón  eran puro mal de continuo,
Vayar Adonay ki rabah ra'at ha'adam ba'arets vekol-yetser majshevot libo rak ra kol-hayom. Bereshit 6:5

El pensamiento ha sido descrito en la psicología como la capacidad de planear y dirigir en forma oculta una conducta posterior, lo que prevenía de errores o permitía postergar las acciones para posibilitar adaptaciones mejores en duración y efectividad.  Para la tradición de la Toráh y de nuestro pueblo los pensamientos nunca son meros pensamientos. Nunca debemos permitirnos abrigar la noción de que no importa qué es lo que pensemos. Los buenos pensamientos son extremadamente beneficiosos tanto para aquél que los piensa como para el mundo en general, mientras que los malos pensamientos son muy destructivos.

Enseña el Rab Najmán:
En los antiguos anfiteatros, los monarcas solían disponer de luchas entre animales salvajes y sus presas. El mismo tipo de batalla se libra hoy en día en la mente de la persona: batallas entre los buenos pensamientos y los malos pensamientos. Cuando los buenos pensamientos emergen victoriosos de esta batalla, ello produce un gran placer Arriba (Likutey Moharán I, 233).

Todos los días nos encontramos en esta continua batalla entre los pensamientos buenos y los pensamientos malos, sobre todo aquellos que intentan continuamente el cumplir con la voluntad del Eterno bendito por siempre, manifestada en Toráh y sus los mitzvot. Pero aquellos que se han acomodado, quienes están en su área de confort como los judíos que vivían en Susa, la capital del reino Persa, que pese a la reconstrucción del templo y la confirmación de las palabras de los profetas de que el pueblo de Israel retornaría a la Jerusalén reconstruida,  no tenían el mínimo interés por retornar para cumplir así la voluntad divina.  

En el texto de Bereshit 6:5 la palabra usada para pensamiento en hebreo es Ietzer, impulsos, inclinación, designio, intento, obra, un hombre preso de sus impulsos (pensamientos) es un esclavo, pues sus malos pensamientos lo dominan. El hombre libre no es el que no se encuentra en una cárcel, pues hay presos que son libres  pensadores y hay libres presos de sus pensamientos; el hombre libre tampoco es aquel  que hace lo que quiere, ese es un esclavo de sus impulsos, el verdadero hombre libre es aquel que logró liberarse de sus impulsos y ha crecido espiritualmente a un nivel desconocido por aquel que es esclavo de sus impulsos. El hombre libre es aquel que   experimentó “la Toráh de Libertad” (ver Carta de Iaaqov Ben Iosef) y se liberó de su inclinación al mal, como dijo David “Andaré en libertad porque busco tus mandamientos” (Tehilim 119.45).

Nuestra liberta de pensamiento depende del estudio de la Toráh, si ella seriamos como lo describe el libro de Bereshit “hombres con pensamientos de continuo el mal”, nuestros maestros abordaron esta temática y establecieron una Halaja del Mashiaj, ordenándonos que pensemos continuamente en el bien:

Filp. 4:8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que tiene buena reputación; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.  

Las “serpientes y escorpiones” son los pensamientos que confunden a la persona cuando desea aprender los misterios de la Toráh. Pero si persiste en su deseo de encontrar a Dios, estos mismos pensamientos la ayudarán; y entonces hallará un enorme bien cada día… Pues la persona tiene la capacidad de inclinar sus pensamientos hacia la dirección que desee. Incluso cuando sus pensamientos se desvían, aun así tiene  el poder de refrenarlos y hacerlos volver hacia el sendero correcto (Likutey Moharán I, 84:1; ibid. II, 50). 

Como podríamos cambiar nuestros pensamientos si no nos ocupamos del estudio de la Toráh y sus mitzvot, como podríamos tener buen juicio, como podríamos determinar qué es lo verdadero, lo honesto, lo puro lo amable, sino tenemos un deseo por encontrar a Dios, ¿Cómo puedo utilizar mi capacidad de elección (Tzelem Elohim) e inclinar mis pensamientos hacia una dirección correcta si no tengo instrucción?, no cabe duda que de esto se refería Rab, Shaul cuando dijo:

Rom 12:2 No os adaptéis al mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto.

La asimilación al sistema trae la destrucción, me convierto en presa de mis pensamientos. La forma de pensar no es innata, más bien se desarrolla. A pesar de que las características personales y cognitivas de los individuos motiva la preferencia por uno o varios tipos de pensamiento determinados, las personas pueden desarrollar y practicar cualquier tipo de razonamiento. Por eso es importante la disciplina en el estudio de la Toráh, pues la continua lectura y práctica me harán transformar y renovar mi forma de pensar.  Nuestro maestro dijo:

Luc. 6:45 Un buen hombre, del buen tesoro que hay en su corazón, saca buenas cosas pero el malvado, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.

Enseña el Rab Najmán que los pensamientos dañinos que acosan a la gente sirven para recordar la constante batalla con Amalek, el archienemigo de la nación judía. Este es el significado del versículo citado más arriba, “Los pensamientos del hombre son raK rA koL haioM [malos todo el día]”. En hebreo, las  letras finales de estas palabras forman la palabra AMaLeK. Los pensamientos malos y lascivos representan al Amalek interior (Likutey Halajot, Minja 7:19).  

Purim nos recuerda que nuestra supervivencia como nación depende de nuestra forma de pensar de acuerdo a la voluntad divina plasmada en la Toráh, utilizando nuestra capacidad de elección para el bien común, de una forma altruista y no egoísta. El malvado Hamán puede destruirnos con pensamientos malos y lascivos pero solamente la Toráh puede ayudarnos a cambiarlos, como está escrito:

Heb 4:12 Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir el alma y el espíritu, y hasta las coyunturas y los tuétanos, y es capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.


Oshia Meir

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