¿Griego o Hebreo?
¿Griegos o Hebreos?
Dentro
del insipiente conocimiento de la cultura hebrea y la tradición de Israel, he escuchado
mucho a personas que un tiempo atrás
estuvieron en el cristianismo y ahora han encontrado este conocimiento
maravilloso y juzgan a quienes quedaron
atrás en el cristianismo como a griegos. Esta es la idiosincrasia del
latinoamericano (los distintivos propios de un individuo o de una colectividad
nacional, regional o étnica. Es la manera de ser que caracteriza a las personas
que pertenecen a un determinado grupo social. (País, región, pueblo, barrio)),
me creo superior porque hoy aprendí algo y este conocimiento me hace superior a
mi prójimo, a mi connacional, esto sucede así en el ámbito laboral, ámbito
académico, etc. Pero en realidad quiero temporizar
el tema al país al cual pertenezco y sucede que en una forma despectiva se
trata a la persona que no conoce o no tiene esta información como “griego”,
aludiendo a la filosofía griega, en realidad esto es ignorar el tema puesto que
en su mayoría de escuelas de pensamiento modernas del judaísmo hay mucho de
Platón y Aristóteles, de la filosofía griega.
El
lector podría decir que esto es una “herejía”, no es nuestra intensión creer
que tengo la verdad absoluta o que quiera ir en contra de estas escuelas de
pensamiento, de ninguna manera, el tema que quisiera desarrollar es “como puedo
juzgar de esta forma a otra persona si yo mismo no sé que estoy hablando”, Rabí Iehoshua de Natzrat dijo: “No sentencien
no sea que sean sentenciados conforme al Din que sentencien; con la medida
que midan se les medirá a ustedes.” (Mat 7:1-2).
Para
poder entender mejor este tema es necesario que se explique que es un griego en
contraste con un hebreo, podemos contestar a esto con una respuesta simplista, pero trataremos de explicarlo a fondo. Desde nuestra niñez hemos sido enseñados de
acuerdo a la filosofía griega, la sociedad, la ciencia y la religión, todo tema
que abordemos será influenciado por este pensamiento, adicional a esto nos
encontramos con un conocimiento que en apariencia es diferente pero que tiene
las mismas formas de pensamientos, y para poder ejemplificar esto vamos a leer
un poco del pensamiento platónico plasmado en un mito escrito por él, El mito
de la caverna, En este mito, narrado en “República”, Platón relata cómo los hombres que viven en este
mundo son semejantes a prisioneros que nunca han visto la luz del Sol, y que se
hallan encadenados de pies y manos en el fondo de una gran cueva, de espaldas a
la única entrada que da al exterior. Dentro de la caverna y detrás de ellos
arde una gran hoguera, que tampoco pueden ver por encontrarse de espaldas, y
porque se interpone una valla, a lo largo de la cual van pasando hombres
portadores de figuras que se corresponden con cosas y animales. Los prisioneros
sólo pueden escuchar sus voces y contemplar las sombras de los objetos que se
van proyectando en el fondo de la pared. Pero, un día uno de ellos es liberado
recorriendo todo el espacio de la caverna hasta salir a la luz del Sol. Este
prisionero liberado es el filósofo que ha de volver otra vez a la caverna para
liberar a sus compañeros y sacarles también a la luz.
Si
prestamos atención esto nos recuerda a muchos a los midrashim cabalistas, el
único que puede llevar luz a otros es el cabalista, (ojo que no es nuestra
intensión desvirtuar este conocimiento). Así podríamos analizar el otro mito
relacionado con este mundo de las ideas el mito del carro alado, que habla del
alma inmortal, tema que es muy conocido en los ámbitos cabalistas, y otras
formas de pensamiento.
En
contraste la tradición más antigua de Israel plasmada en la Toráh difiere
abismalmente de la griega pues no se circunscribe a las ideas, pues las ideas
solo pueden ser entendidas no sentidas, el lenguaje de la Toráh es más
concreto, no se basa en ideas pre concebidas, los griegos creyeron sentir la
materia, según los filósofos modernos, tal como era (pitagóricos), y los
hebreos, entiéndase “hablantes de hebreo”, tal como debería ser (cabalistas).
Aristóteles sostendría, así, que sus hermanos griegos fueron historiadores y
que los hebreos fueron poetas. Historia y poesía representan, para los
menesteres de esta conversación, dos principios, el físico y el divino. La
inteligencia humana, niéguese lo que se quiera, necesita contar con un
principio físico, con causas que expliquen o justifiquen, por ejemplo, alguna
desgracia, y además con uno divino que justifique su dolor, su tener que
arrostrar las desgracias.
Los
principios físicos son substanciales, dan pie a la ciencia, mientras que los
divinos son esenciales y se prestan a la práctica metafísica. Ciencia y
metafísica, o cálculo y conjetura, sirven para torrear los desiertos y para
allanar las quimeras. Todo lo que “presenciamos” recibe de nosotros gracia y
hermosura, imaginaciones e interpretaciones. Tomemos la siguiente línea
humildísima de Garcilaso de la Vega, poeta que aduna las ideas acerca de la
belleza de León Hebreo o Yehudá Abrabanel y las del neoplatonismo, y
razonémosla:
“Pensando
que ‘el camino iba derecho”.
¿Qué
es ese “camino” en boca de un hebreo, de un poeta? ¿Y qué es en boca de un
griego, de un científico? Donoso, el griego dirá que “camino” es una serie de
“átomos” aplanados, citando a Demócrito, pero el hebreo dirá que tal palabra
representa, no es, el “mundo”. Para el griego las palabras eran atributos de
las cosas, según leemos en el “Cratilo”, mas para el hebreo eran simples
alegorías.
El
“átomo” soñado por Demócrito, según explica Copleston en su “Historia de la
Filosofía”, por carecer de norte y sur también carece de “rostro”, de gesto,
mas el “mundo” hebreo, incardinado, sí cuenta con uno. Las cosas sin “rostro”,
digámoslo de una vez, no tienen “presencia”. Podemos estar frente a una piedra,
pero no en su “presencia”. El “mundo” griego, ahora se entiende, era mudo,
sordo, un laberinto ciego poblado por la imaginación popular con pequeños
dioses, en tanto el hebreo, que dio al mundo el monoteísmo, era uno que
hablaba.
¡Pero
hay una paradoja! El griego, que vivía en lo yermo, debió inventarse el oráculo,
un falso motor, una divinidad provisional, accidental, caprichosa, cosa que no
hizo el hebreo, que veía en lo divino algo natural, necesario. El “camino” del
griego, aunque muy “pensado”, jamás fue “derecho”, siempre fue accidentado,
normado por “cosas”, según enseñan las filosofías de Demócrito, Anaxágoras,
Pitágoras, etcétera. El “camino” del hebreo, en parangón, aunque sólo intuido
fue rectilíneo, regido por leyes estrictas y en alianza con el “panim” de lo
inefable.
En
síntesis decirle a una persona cristiana que es un griego no tiene parangón, la
persona que hace esto no tiene conocimiento debido a su yermo en el que vive
intelectualmente, olvidando los principios de la Kabalá, la humildad y el
altruismo. No etiquetemos a una persona por ser cristiana, mormona, etc., cada
persona es libre de pensar como quiera, nosotros hemos venido al conocimiento
de la Toráh y debemos estar muy agradecidos que pudimos cambiar nuestra forma
de pensar y actuar, “no Juzguemos”, ayudemos a la construcción de una sociedad
más tolerante.
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