EDITORIAL DE LA SEMANA

¡No estás a mi nivel! ¡Tu nivel es muy bajo!

Esta es una de las frases que he escuchado mucho ultima mente, debido a la promulgación masiva de lo que en la comunidad judía conocemos como Kabalá y de cómo este conocimiento está llegando a personas indoctas en la materia, principalmente “no Judíos”, tomando frases sin conceptos, presumiendo un conocimiento que en realidad es simplemente una repetición vacía de lo que vieron y escucharon en una conferencia en Youtube y ahora los demás, que no piensan como ellos son de un bajo nivel.

En realidad esta personas que como “pericos” solamente repiten frases, palabras, las cuales nunca podrán entender debido a su desconocimiento del contexto histórico, del proceso educativo que conlleva este tipo de enseñanza.

Esta semana leí un artículo muy interesante y hablaba del libro que escribió Robert Fulghum, y su título lo dice todo: “Todo lo que necesito saber lo aprendí en el Jardín de Infantes”, este libro menciona lo que en el judaísmo se conoce como PROCESO EDUCATIVO, se puede comprender que todo lo que realmente necesito saber lo aprendí cuando comencé mis estudios de Toráh. En este libro está escrito lo siguiente:

“Todo lo que realmente necesitaba saber acerca de cómo vivir, que hacer y cómo ser lo aprendí en el jardín de infantes. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la carrera educativa, sino allí, en el arenero del jardín.
Estas son las cosas que aprendí:
Juega limpio, No le pegues a la gente, Devolver las cosas de donde las sacaste, Limpia tu propio desastre, No tomes cosas que no son tuyas, Pedí perdón cuando lastimas a alguien, Lávate las manos antes de comer, Las galletitas con leche te hacen bien, Viví una vida balanceada: aprende y piensa, dibuja y pinta, canta y baila, juega y trabaja un poco todos los días, dormí una siestita todas las tardes, cuando salís al mundo, cuídate del tráfico, tomate de las manos con otros y manténganse juntos, sé consciente del asombro, Acuérdate de las semillitas en el frasco, las raíces van hacia abajo y el tallo hacia arriba, nadie sabe verdaderamente como o porqué, pero todos somos así. Los pescados, el hámster, las ratitas blancas e incluso las semillitas, todos se mueren. Nosotros también. Y acuérdate de tus primeros libros de cuentos y las primeras palabras que te enseñaban. Las palabras más grandes de todas: MAMA y PAPA. Todo lo que necesitabas saber está allí en algún lado. La regla de oro, el amor y la higiene básica. La ecología, la política, la igualdad y la vida sana. Toma cualquiera de estos puntos y exprésalo con palabras sofisticadas. Ahora aplícalo a tu vida familiar, tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo, y verás cómo se mantiene verdadero, claro y firme. Imagínate cuanto mejor sería el mundo si todos comiéramos galletitas con leche a las tres de la tarde para luego acostarnos a dormir una siesta. O si todos los gobiernos tuvieran como política básica el siempre devolver cada cosa a su lugar y limpiar su propio desastre. Y sigue siendo cierto, no importa la edad que tengas, que cuando salís al mundo, lo mejor es tomarte de la mano con otros y mantenerte unido.-” Robert Fulghum

La Toráh en el libro de Bereshit (Génesis) 2:4 nos enseña que el mundo fue creado para la acción. Por esta razón observamos que toda sabiduría, filosofía y corriente de pensamiento finalmente se materializa en actos concretos y en un modo de vida en cuatro formas generales, Egoísmo, indiferencia, buenas intensiones, altruismo. Esta forma de aprehender la vida como un todo se traduce en el modo en el cual el judaísmo percibe la relación con la fuerza generadora y la máxima identidad de toda la realidad. La forma en que el judaísmo concibe esto es que los dos aspectos sean complementarios y se refuerzan constantemente, es de esta forma que el hombre tiene la posibilidad de desarrollarse en base a parámetros CONCRETOS y evaluar la realidad en todos los ámbitos en los cuales la vida se manifiesta. Entonces podemos decir que toda forma de pensamientos confluye finalmente en un modo de vida y, por ende, en una escala de valores.  Es por eso que la educación judía se enfoca en el fortalecimiento de la voluntad altruista, pues el egoísmo es la fuente del mal. Este fortalecimiento solo se puede realizar en base a principios, objetivos universales, y no de acuerdo a emociones momentáneas, y estos principios no son sino las Mitzvot de la Toráh, con ellos podemos evaluar objetivamente nuestro comportamiento si es altruista o egoísta.

La educación no es solamente un proceso intelectual, sino que debe involucrar todas las potencialidades humanas. Este proceso educativo inicia con El Brit Milá, luego con Bar Mitzvá, La Jupá, y finalmente con la muerte. Es de suma importancia que la educación se desarrolle en un ambiente de sabiduría que incentive al altruismo. Es de suma importancia encontrar un maestro que nos oriente nos inspire a lo largo de todo el proceso de aprendizaje.

De acuerdo a la sabiduría de la Kabalá el pensamiento no es la causa del deseo sino su consecuencia. El acto de pensar es el resultado de cómo intelectualizamos y percibimos nuestra voluntad o deseo. La función del pensamiento consiste en discernir entre nuestros deseos, previendo las consecuencias de nuestros actos. (Rav. Jaim David Zukerwar)

En conclusión, estas personas que ha tomado esta sabiduría solamente para engrandecer su ego presumiendo de que ahora conocen, interpretan el Zohar, cuando no ha nacido en un contexto judío, no se desarrollaron en este proceso educativo, desconocen la misma Torah, Halaja, Guemara, Mishna, etc., aún así piensan que ya pueden decodificar el Zohar, que ahora pueden hacer prácticas que conllevan de una santidad muy alta (entendiendo santidad como el cumplimientos de los Mizvot), con apenas unos años de estar viendo videos de Youtube. No saben hebreo, toman literalmente los Midrashim, bajo la excusa que son un alma Iehudí no es necesario pasar por este procedo de educación y mucho menos tener un maestro. Ese pensamiento causa de su deseo egoísta los ha segado. El resultado de los sistemas espirituales, sociales y educativos basados en la mera acumulación de información, o en el falso discernimiento en pos de objetivos ficticios, son los que desvían la atención del hombre de la verdadera raíz de todo conflicto: El Egoísmo. Hacen daño a su prójimo, los más cercanos a ellos, provocando división, conflictos y dolor. Viendo todo esto desde la perspectiva del pensamiento judío y de la Toráh, puedo decir, “sí, no estoy a su nivel”.


Oshia Meir

Comentarios

Walter Bonilla ha dicho que…
Aún despues de varios meses de la publicación, quiero dejar mi comentario sobre el este artículo.Esa manía nuestra, como en los demás ámbitos de la vida, de pretender adquirir, como lo hacemos ahora con los alimentos, una sabiduría express que satisfaga de forma instantánea nuestro intelecto y nuestra alma. Y lo puede hacer, porque atrae y seduce. Pero el beneficio de la duda quedará en saber si ese mecanismo de adquisición realmente es sustentable y sólido para construir un ambiente social o comunitario de formación y transformación integral, que a cualquier sociedad le lleva años, y un proceso de educación de toda la vida, y de muchas generaciones. El judío tiene claro este proceso, y siendo ellos, los transmisores de esta sabiduría, (yo que solo estoy aprendiendo de su cultura y su pensamiento) no puedo pretender sintetizar en tiempo y espacio en un par de años y solo por escuchar videos, lo que a ellos les ha llevado alcanzar en miles de años, y toda una vida de ardua transmisión, corrección de vida y educación continua. Y pretender que por hacer algunas meditaciones a solas en horas de las noche yo me voy a transformar como ser humano, y alcanzaré unos niveles de consciencia tan altos, que seré capaz de acceder por un instante a ámbitos metafísicos desconocidos y canalizar energías espirituales a mis propósitos específicos e intereses particulares, suena muy osado.

Por ello quizá la omisión no está en evaluar la credibilidad de esta filosofía, ni en sus resultados, porque seguro que la puede tener, sino en evaluar la credibilidad de cómo se pretende obtener, y más necesario aún, cómo se pretende aplicar, en un contexto tan chapin y cultural como el nuestro, en el que de fondo, como en cualquier sociedad, hay tantos problemas básicos por resolver en lo individual y lo colectivo. Y no hay quien pueda decir en medio nuestro (en nuestros términos chapines): “lo que pasa es que como no lo has profundizado, no estás al nivel requerido, no sabes que justamente lo que busca la cabalá es eso: resolver la concepción de Dios y los conflictos internos del ser humano de fondo”. Y lo podrá ser, pero cuando veo que se le da más importancia a mostrar un sentido de superioridad por “tener mayor conocimiento”, “porque entiendo la Tora en un nivel zod”, y desconocemos los criterios básicos establecidos por el judaísmo, y ni terminamos de tener la capacidad (y me incluyo), para interpretar la Tora en su literalidad, eso me genera duda.

Y más cuando incluso, ni sé que existen otras herramientas académicas, y que dan otras perspectivas, no tradicionales, de las escrituras y el lenguaje “bíblico”. Que definitivamente también pueden ser de consideración. Porque pretender acceder a una interpretación profunda y mística de la Tora, sin saber cómo se formó y desarrollo la escritura y su contenido, a lo largo del tiempo. Sin siquiera saber cómo está estructurado todo el patrimonio escritural cultural y religioso del judaísmo, sin tan siquiera haber leído de primera mano una sola página del Talmud o del Shuljan Aruj, que regulan lo más elemental y literal del judío: su comportamiento. Siendo eso todo un mundo de normativas (halajot) por aprender, discutir, y aplicar. Uf, tantas cosas, que si pretendo considerarme un practicante religioso ó ”estudioso de la cabalá” debo de saber, como requisito esencial.
Walter Bonilla ha dicho que…
Sigo.... Por ello pretender medir la realidad y generar un cambio social por la simple pronunciación de sonidos especiales, o la práctica de un ritual místico permutando o combinando letras en hebreo, y no tengo un conocimiento amplio del lenguaje hebreo, su desarrollo histórico, su evolución, su gramática, y ni siquiera lo práctico ni lo hablo. Eso es más complicado. Y así podría hacerse el ejercicio de evaluar otras tantas cosas que en medio nuestro ocurren en relación a este tema, y que seguro son muy discutibles, pero que son muy necesarias para saber a que nos estamos metiendo y donde estamos parados. Tanto como el hecho de que, pareciera ser que es otra de las muy peculiares formas nuestras de aprender y vivir conforme a una cultura que no es la nuestra, salteándonos algo que es tan fundamental e indiscutible, en la cultura judía, para respaldar y darle credibilidad a lo que se aprende y se enseña: un maestro abalado en la materia. Como que hemos hecho del Internet nuestro “maestro” para convertirnos en practicantes de Tora. Y con sinceridad, así lo ha sido, en términos generales, a falta de recursos y respaldo, así hemos aprendido. Pero pensar que por llevar un tiempo de estar leyendo y aprendiendo por ese medio, me he convertido en un experto de la cultura judía, o un cabalista, o un judío en todo el sentido de la palabra. Nombre, ni mucho menos.

Pero en mi modesta opinión quiero concluir con esto. Si el deseo genuino esta de poder traer luz a este mundo, o mejor dicho algo más concreto, nuestras comunidades y familias, también es válido, a pesar de hacerlo de forma emperica (o no respaldada), recurrir, de lo judío, a lo que no le ponemos una verdadera atención significativa, más allá de lo religioso o doctrinal, al sistema educativo (hablando de proceso) tan fabuloso que han desarrollado, que está diseñado para atacar constantemente la conciencia del judío para impulsarlo, u obligarlo a corregirse y formarse en todos los ámbitos de la vida, a crear como ambiente natural y cultural, la discusión, para desarrollar sus capacidades cognitivas. Y ver cómo es que todo el marco y el sistema de prácticas y ritos religiosos, son utilizados para ese propósito, eso es lo que le da sentido a la Tora, como una herramienta personal y colectiva de corrección y desarrollo. Para justamente y verdaderamente cumplir con esos requerimientos básicos y primarios, tan universales, como se indicada en el artículo, de nuestras relaciones interpersonales: jugar limpio, ser ordenado, tener buenos hábitos, luchar por dejar de ser tan chabacanos y mejorar y mejorar.

Y puede que uno esté equivocado en muchas cosas, definitivamente, pero yo no visualizo mejor método, que el de trabajar y trabajar, estudiar y estudiar, dejar de engañarse a uno mismo: siendo tan negligente. No visualizo nada más místico que el de sentarme todos los días, y sin engañarme a mí mismo, hacer una evaluación objetiva de lo mal que me estoy portando, de lo mucho que tengo mejorar, de quemar neuronas y saber cómo sacarle el mayor aprendizaje posible a las experiencias de vida, a ser más sensible con las necesidades de nuestros seres queridos, y hacer lo que verdaderamente corresponde: buscar el sustento, tratar bien a la esposa, corregir el carácter y los malos hábitos, cumplir con mi palabra, instruir profundamente a los hijos para que sean profesionales, para que se desarrollen integralmente, para que aprender a resolver sus problemas, porque nada es mágico, porque la vida no es fácil, porque no podemos esperar nada del cielo sin transpirar y fajarse en todas esas cosas de la vida que son elementales y necesarias. Eso que, en palabras del artículo, se aprenden en el jardín de la vida. Y es una labor tan enorme que la propia vida no alcanza, incluso lleva generaciones de esfuerzo y dedicación, como para caer en la tentación de ser seducido por un “sentido de superioridad” que solo me puede entretener y distorsionar mi realidad, cuando no utilizo bien, o no le saco el mayor provecho posible al conocimiento que obtengo.

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