Parasha Semanal

Parashá 26 Sheminí

Levítico 9:1 – 11:47

Por Dr. S. K. Blad

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Aliyás de la Torá:

  1. 9:1-16
  2. 9:17-23
  3. 9:24 – 10:11
  4. 10:12-15
  5. 10:16-20
  6. 11:1-32
  7. 11:33-47
  8. Maftir: 11:45-47

Haftará: 2 Samuel 6:1 – 7:17 (A); 6:1-19 (S)

Los Escritos Apostólicos: Mateo 7:1 – 9:38

Sheminí

Significa “octavo”.

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Primera aliyá, 9:1-16

9:1 “Aconteció en el octavo día que Moshé llamó a Aharón, a sus hijos y a los ancianos de Israel” – Según Rashí y el Midrash, este octavo día coincidía con el primer día del primer mes del segundo año, el 1 de Nisán, cf. Éxodo 40:2, 17.

El octavo día que sigue a un período de siete días es un día especial en la Escrituras:

- El día de la circuncisión de los niños varones.

- El octavo día después de la fiesta de Sukot, llamado Sheminí Atseret.

- La resurrección de Yeshúa.

- Como un día representa mil años, el octavo día simboliza el octavo milenio después de la creación del hombre, cuando serán introducidos los nuevos cielos y la nueva tierra y el Reino será entregado por el Mesías al Padre.

9:2 “y dijo a Aharón: Toma un becerro para la ofrenda por el pecado, y un carnero para la ofrenda de ascensión, sin defecto, y ofrécelos delante de HaShem.” – Ahora le toca a Aharón sacrificar por primera vez en su vida. Lo primero que tenía que sacrificar era un becerro para la ofrenda por el pecado. Normalmente se daba un toro por el pecado de un sacerdote, cf. Levítico 4:3, pero aquí Aharón tendrá que ofrecer un becerro. Según el Midrash[1] y Rashí, esto fue con el propósito de expiar por el pecado del becerro de oro. No obstante, Sifrá destaca que ese pecado ya había sido perdonado por la intercesión de Moshé.

9:6 “Y Moshé dijo: Esto es lo que HaShem ha mandado que hagáis, para que la gloria de HaShem se aparezca a vosotros.” – Estos son los pasos a seguir para poder experimentar la gloria de HaShem:

· “Esto es lo que HaShem ha mandado” – corresponde al estudio de la Torá.

· “que hagáis” – corresponde a la obediencia a la Torá.

· “La gloria de HaShem se aparezca a vosotros” – el resultado de los dos primeros.

9:7 “Entonces Moshé dijo a Aharón: Acércate al altar y presenta tu ofrenda por el pecado y tu ofrenda de ascensión, para que hagas expiación por ti mismo y por el pueblo; luego presenta la ofrenda por el pueblo, para que puedas hacer expiación por ellos, tal como HaShem ha ordenado.” – Por segunda vez Moshé le dice a Aharón que presente su ofrenda. Esto nos hace pensar que Aharón estaba dudando y por eso no se atrevía a acercarse al altar. Moshé le anima de nuevo para que tome su lugar como el gran sacerdote y haga su trabajo. Esta Escritura nos enseña que no debemos avergonzarnos demasiado por nuestros pecados, sabiendo que HaShem ha provisto con un sacrificio perfecto para que podamos tener acceso al servicio sagrado delante de Él. HaShem había perdonado a Aharón. Es posible que él haya tenido mala conciencia y vergüenza por su gran pecado. Pero esta escritura resalta la gran misericordia de HaShem al permitir a un gran pecador ocupar el puesto más alto de la nación. Aharón es un hermoso ejemplo del perdón de HaShem.

Querido lector, si te has arrepentido de todos tus pecados, entre los cuales, posiblemente, algunos hayan sido muy graves en los ojos de HaShem, y si has confesado tus pecados pidiendo perdón y puesto que confianza en la misericordia de HaShem, puedes estar seguro de que Él te haya perdonado, como está escrito en 1 Juan 1:9:

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.”

También está escrito en Jeremías 31:34b:

“perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.”

Este texto nos enseña que cuando HaShem perdona, también hace olvidar nuestro pecado. Sin embargo, conforme uno va creciendo en el espíritu se da cuenta de la gravedad de los pecados que uno ha cometido en el pasado, como está escrito en el Salmo 25:7:

“No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh HaShem.”

El hecho de recordar el pecado de la juventud viene del Espíritu de HaShem que nos va instruyendo acerca de todas las cosas. Al principio cuando uno se arrepiente de los pecados, no es realmente consciente de la gravedad de ellos. Por eso, cuanto más madurez espiritual haya en una persona, más pecador se considera al mirar hacia atrás, avergonzándose por lo que ha hecho. Esto viene del Espíritu.

¿Pero no dice la Escritura que HaShem nunca se acordará más de los pecados, según el pacto renovado?

Sí, es cierto, Él se hace olvidar nuestros pecados en el sentido de que nunca, nunca nos los recuerda en la cara con el fin de humillarnos o hacernos sentir culpables. Eso es lo que hace el acusador, hasatán. Cuando HaShem perdona, lo hace de verdad, y nos considera como si nunca hubiéramos cometido esos pecados.

Sin embargo, por el otro lado hay un crecimiento en la conciencia del pecador arrepentido acerca de la gravedad de lo que ha cometido, no para condenar o avergonzar, sino para enseñarlo acerca de la inmensa misericordia de HaShem y el resultado poderoso de la redención del Mesías. El Espíritu de HaShem también nos hace recordar lo que hemos hecho para que no nos enorgullezcamos sino nos mantengamos humildes. ¡Nunca te olvides de dónde te sacó HaShem!

Este proceso de concienciación de la gravedad del pecado cometido en la juventud, se puede ver en la vida del shaliaj Shaúl, como está escrito en 1 Corintios 15:9:

“Porque yo soy el más insignificante de los emisarios, que no soy digno de ser llamado emisario, pues perseguí a la congregación de Elohim.”

Esta es una de las primeras cartas del shaliaj. Más adelante vemos como la conciencia de la gravedad de su pecado ha aumentado. Ya no habla de sí mismo como el más insignificante de los emisarios, sino como el más pequeño de todos los santos, según está escrito en Efesios 3:8:

“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, se me concedió esta gracia: anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas del Mesías.”

Al final de su vida habla de sí mismo como el más grande de los pecadores, no por lo que estaba haciendo en ese momento como creyente maduro, sino por lo que había hecho en su juventud, como está escrito en 1 Timoteo 1:15-16:

“Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: El Mesías Yeshúa vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Yeshúa el Mesías demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en él para vida eterna.”

Ciertamente nuestros pecados han sido borrados y perdonados por la muerte del Mesías, representada en los sacrificios de pecado. Pero conforme vayamos creciendo espiritualmente entendemos cada vez más la gravedad de lo que hemos hecho. Entonces surge en nosotros una inmensa gratitud que produce una alabanza eterna a HaShem por la obra salvadora mediante el Mesías que nos ha alcanzado.

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