EDITORIAL SEMANAL
Pesaj
una oportunidad para ser libre
Por:
Oshia Meir
Limpiad la levadura vieja
para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura. Porque aun Mashiaj, nuestra Pascua,
ha sido sacrificado. Por tanto, celebremos la fiesta no con
la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin
levadura de sinceridad y de verdad. (1.Co 5:7-8)
En Pesaj nacimos
nuevamente, fueron siglos de esclavitud
para nuestro pueblo Israel y fuimos liberados por la Manos del Eterno y es por
eso que se nos recuerda en la hagada:
En cada generación, uno
está obligado a verse a sí mismo como si hubiese personalmente salido de
Mitzraim (Egipto). (Pésajim 116b; Hagadá)
Este pasaje bien conocido
no sólo nos ordena recordar yetziat Mitzraim, sino experimentarlo como si
volviera a suceder nuevamente. Debemos alcanzar el conocimiento de la
existencia absoluta de Hashem como si nosotros estuviéramos experimentando
personalmente el éxodo aquí y ahora. ¿Cómo puede una persona que vive más de
3,300 años después de yetziat Mitzraim conocer con certeza absoluta que la mano
milagrosa de Hashem existió en Mitzraim como si él lo estuviera presenciando?
La Toráh nos insta a
‘recordar’ 50 veces; recordar yetziat Mitzraim, recordar las diez plagas,
recordar kriat yam suf, recordar la entrega de la Toráh, recordar los 40 años
que estuviste en el desierto, recordar el man que comiste. La Toráh se está
dirigiendo a gente que vivió directamente la experiencia. No dice: “Recuerda lo
que alguien te contó”, sino, “Tus ojos vieron”. La Toráh fue dirigida a gente
que experimentó todo lo que relata. Ningún otro documento se dirige
personalmente a millones de personas que experimentaron verdaderamente en forma
directa tales milagros abiertos.
Con esta práctica
racional, pedagógica, la Toráh nos llama a “recordar”, sin embargo la Toráh
explicada por el Mashiaj va más allá de la practica vacía religiosa, y en
realidad volvámonos a preguntar ¿Cómo puede una persona que vive más de 3,300 años
después de yetziat Mitzraim conocer con certeza absoluta que la mano milagrosa
de Hashem existió en Mitzraim como si él lo estuviera presenciando?, no cabe
duda que esto es un proceso, un proceso educativo, por eso se nos instruye que en
la noche del Séder debes relatar la historia de la Hagadá una y otra vez, con
todos sus detalles. Debes estimular a los niños a preguntar, no importando cuál
es su disposición. Con el niño que no sabe cómo preguntar, el padre está
obligado a empezar la conversación. Al hijo malvado, al hijo justo, al hijo
simple, el padre debe responder de manera individual y apropiada. A todos les
es dada la oportunidad de discutir sus dudas, de traer sus incertidumbres a la
mesa. Todo esto se llama yediá, conocimiento.
Pero este conocimiento
debe generar los cambios adecuados en mí. Como creyente que está regresando a
casa, que hemos salido de entre las naciones es necesario no solo la práctica
religiosa de los rituales sino también un cambio en nuestra forma de
conducirnos, de cómo nos comportarnos ante la sociedad, es por eso que nuestros
maestros nos aconsejaron a celebrar y recordar esta Pesaj con sinceridad y
verdad, no con la “vieja levadura”, llamándole así en esta alegoría tan sorprendente
Rab Shaúl.
Rab Najman de Breslev dice
en el Sefer HaMidot:
“La Verdad redime a la
persona de toda clase de sufrimiento”
Podemos hacernos otra
pregunta ¿Cómo puede un esclavo, recordar la libertad de Pesaj?, ¿Cómo puede por
más que haga todo lo que la hagada dice rigurosamente si su comportamiento dice
otra cosa?, no podemos engañarnos, es preciso sacar la levadura de nuestra casa,
de nuestro Yo interno, hacer una introspección, un análisis de mi vida. Puedo
hacer el ritual incluso con los mejores utensilios, con todo lo mejor, pero si
por dentro no he sacado la levadura de maldad, en vano lo hago. Por eso nos aconsejan nuestros maestros:
En mi carta os escribí que
no anduvierais en compañía de personas inmorales; no me refería a la gente
inmoral de este mundo, o a los avaros y estafadores, o a los idólatras, porque
entonces tendríais que salir del mundo. Sino que en efecto os escribí que no
anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona
inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ése, ni
siquiera comáis. (I Co. 5:9-11)
A pocos días de Pesaj, es
necesario recapacitar, hacer Teshuva genuina, y presentarnos a la fiesta en
certidumbre de cambio, con un corazón sincero.
Debemos seguir el ejemplo de nuestro santo Maestro quien padeció todo
esto, más no peco, dándonos ejemplo para poder seguir sus pasos, liberarnos del
poder del pecado, que es lo que nos esclaviza:
¿No sabéis que cuando os
presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para
justicia? (Rom 6:16)
Podríamos hacer todo el
ritual de Pesaj de una forma magnífica, pero no cambiaría eso en nada si por dentro
aún soy esclavo del pecado, obedeciendo sus designios, he sido llamado a la
libertad, como está escrito:
Para la libertad nos
libertó el Mesías estad, pues, firmes, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud. (Gal 5:1)
Es nuestra oportunidad de
poder tener novedad de vida, nacer nuevamente, recordando el sufrimiento de
nuestro pueblo, esclavo por tantos años, tomando ejemplo de ellos, no cayendo
en sus mismos errores, sigamos en el camino, fortaleciendo nuestro espíritu y
mente con el estudio de la Toráh. Acercándonos con un corazón contrito y
humillado, sabiendo que somos solo polvo, pero que en su gracias y misericordia
Hashem nos liberto del yugo el pecado por medio del Mashiaj Iehoshua de
Natzrat.
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