EDITORIAL
Shavuot Caminando hacia lo sublime lo Eterno
Cuando hoy
preguntamos, cual es la mayor contribución que el Judaísmo hace al mundo, la
persona común responde: “sopa de pollo”, o puede decir “Los 10 mandamientos”.
Es interesante notar que la Biblia no les llama mandamientos del todo. La
Biblia se refiere a ellos en Shemot (Éxodo) 34:28 como Aseret Hadibrot (Las
diez palabras). Después de todo dice “Yo soy el Señor tu Dios”, ¡No es un mandamiento!
Cuando oyen la
palabra Toráh, muchas personas inmediatamente lo asocian con “La Ley”. Sin
embargo, la Toráh contiene mucho más que solamente leyes. Contiene el manual de
Dios para la vida.
Le enseña a
creyentes cómo una comunidad de redimidos se supone que deben vivir y funcionar
en un decadente mundo materialista. Nos da un ejemplo real de vida y cómo
pueden cumplirlo personas comunes como tú o yo, viviendo nuestras vidas bajo la
estructura de Dios.
Esto expresa la realidad de Dios en las vidas de aquellos
que lo aman y lo siguen. La Toráh revela el carácter de Dios y aun más que
ello, nos muestra al Mashiaj, El está contenido en cada una de las páginas, y
como El dijo de si mismo:
Juan
5:46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mi porque de mi escribió él.
Lucas
24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de el decían.
Si desconectamos
la Torá de nuestras vidas, haciendo una separación de Antiguo Testamento, nos
privamos de una maravillosa y extraordinaria revelación, es por eso que Shavuot
(pentecostés) no puede existir sin el evento primario que fue la entrega de la
Torá en el monte Sinaí.
Sin la Toráh, es
imposible entender los escritos de los primeros discípulos de Iehoshua de
Natzrat. La Toráh explica las enseñanzas de Shaul en su adecuado contexto,
dándonos el verdadero entendimiento. Como está escrito:
Mateo
5:17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido
para abrogar, sino para cumplir.
Hay un axioma
rabínico que dice: “Si interpretas la Ley correctamente, entonces la estás
cumpliendo; y si la interpretas incorrectamente, entonces la estás destruyendo”
Iehoshúa viene a interpretar correctamente la Ley, lo que los Escribas y
Fariseos hacían era destruirla por sus malas interpretaciones y malas
aplicaciones. Por lo tanto, El dijo acertadamente, He venido a cumplir la Ley y
los profetas interpretándola y aplicándola correctamente.
Sí, nosotros
estamos bajo la ley pero no como esclavos de la Ley. Bajo el Yugo de la Toráh,
la Ley, una vez escrita sobre papel y con pluma de tinta se quedo así, pero
ahora a través del Espíritu Santo (Ruaj Hakodesh), la Toráh ha sido escrita
sobre nuestros corazones (Jeremías 31:33), la Torah se ha vuelto interna, la
debemos cumplir por voluntad propia, y como nuestro santo Maestro Iehoshúa,
cada creyente que abrase la Toráh se convierte en la “Palabra Viviente”. Pero más
que eso, puede trabajar en su mala inclinación, ser verdaderamente un hombre
libre de la mala inclinación y siervo de Dios
La salida del Egipto tenía una meta:
"Envía a Mi pueblo" era el "grito de batalla" elevado por Moshé.
Pero allí no concluía el clamor: el versículo posee otro final:
"Veiaabduni", o sea "Para que Me sirvan a Mi", hablaba el
Todopoderoso por boca de su enviado.
"Servir a Dios"
significaba abandonar por siempre la esclavitud egipcia para ingresar a otra
suerte de servicio: a Dios, el Dios de Abraham, Itsjak e Iaacov... Tal como
afirmaba el poeta y sabio judeoespañol, Rabi Iehuda ha Levi:
"El
esclavo de esclavos, es esclavo por la eternidad; solo el que sirve a Dios es
el hombre verdaderamente libre".
"Y
debes saber que no es verdaderamente libre sino aquel que se dedica al estudio
de la Tora". Tratado de Avot
Shavuot es
tiempo de Entrega de la Tora. En el mes de Sivan, tercero del calendario. A
cincuenta días de la liberación de Egipto. Servir a Dios significaría para esa nación
de esclavos, escuchar -todos y cada uno de acuerdo a su potencia- lo primero,
lo esencial, lo sublime: "Yo soy HaShem, Tu Dios, que te he liberado de la
tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud".
Haber dejado atrás
la esclavitud, presupone el ejercicio de mi libertad física y, por sobre todo,
espiritual, por eso es que mis pasos deben dirigirse hacia lo sublime, lo Eterno.
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