EDITORIAL: Tzedek y Tzedaka
Aprendiendo de Tzdaka y Tzedek
Durante este mes he meditado
en el principio de Tzedaká y Tzedek, aunque pareciera ser la misma palabra son
totalmente diferentes. Tzedaká significa en términos prácticos Solidaridad y
justicia social, muchos confundimos estos conceptos pensando que es solamente
una limosna, pero no es así del todo, ayudar a los desfavorecidos es Tzedaká, es
hacer justicia. La ayuda a quienes necesitan no es entonces un acto de bondad,
sino una obligación ética. Por otro lado Tzedek significa justicia, pero
también verdadero, la verdad, correcto,
legal, justo, legitimo, equitativo.
En el judaísmo la pobreza no
es una maldición que no se pueda evitar. Su ampliación o reducción dependerá de
la voluntad de los seres humanos y del modo en que organicen sus sociedades. La
insensibilidad frente a ella es una falta grave. No se trata de un tema
meramente material, tiene las más profundas implicaciones espirituales. Hacer Tzedaká
es una mitzvá a través de la cual se adquiere mérito, felicidad y paz
espiritual. Desde este punto de vista se entiende que quien ayuda al otro, se
está ayudando a sí mismo.
Deu. 15.7-8 Si hay junto a ti
algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que
Adonai tu Di-s te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu
hermano pobre, sino que le abrirás tu
mano y le prestarás lo que necesite para remediar su indigencia.
Pero el problema ha sido que
aquellos que venimos de entre las naciones, que aún desconocemos estos
principios comunitarios y nos encontramos frente a ellos cometemos errores y
esto tiene que ver con nuestra idiosincrasia, la sociedad en donde se vive y la
forma en la que hemos sido criados y educados. Y nos sorprendemos de las
personas que han aprendido estos principios fundamentales de remediar la
indigencia y la necesidad de las personas
pobres. De esta cuenta, muchas personas
han dejado de hacer Tzedaká usando la frase coloquial “a la bondad la llaman
tontera”, pues las personas que han querido beneficiar remediando su necesidad,
han abusado de quienes con sinceridad les han querido ayudar, manifestando así
su egoísmo. Solo piensan en satisfacerse ellos, en cubrir sus necesidades, en sacar
provecho de su circunstancia, viéndolo como una manera fácil de palear sus
necesidad, pero sin darse cuenta que solo es momentánea, pues terminan viviendo
de mendigar, contemplándose a sí mismos como pobres, lo cual hace que los demás
tengan la obligación de remediar su indigencia, utilizando para este fin la
Toráh, interpretando erradamente los textos como el que anteriormente vimos en
Devarim.
Dentro de la tradición ancestral
hebrea presentada en la Toráh, en lo concreto, entendemos que La Torá no
incentiva a necesitar de la Tzedaká ni a depender de las personas. Pero cuando no existe otra opción la sociedad
debe colaborar. Cada individuo en particular y la comunidad en general debe
ocuparse de la Tzedaká.
Un sabio contemporáneo escribió:
La filantropía permite devolver a la sociedad parte de lo que ésta nos está
dando mediante inversiones socialmente responsables. Ello implica un
crecimiento personal ya que el filántropo deberá integrar valores en la
elección de sus inversiones. De esa forma, además de aportar beneficios a la
comunidad, la filantropía desarrolla las habilidades de liderazgo y consolida
los valores personales, familiares y comunitarios generando unión a través de
un proyecto común. (Hallel)
La Tzedaká es generalmente
considerada como una opción de los ricos. Para el judaísmo Gmilut Jasadím
(obras de bondad) no es opcional, es una responsabilidad que todos debemos
asumir. Según la tradición de la Torá todo individuo, aún quien vive de la
beneficencia tiene el deber de contribuir, de acuerdo a sus posibilidades, para
obras sociales y educativas, ayudar a los necesitados, etc., como está escrito
por nuestros maestros:
Iehoshua, sentado en una
ocasión frente a las arcas de las ofrendas, miraba cómo la gente echaba dinero
en ellas. Muchos ricos echaban mucho dinero, pero en esto llegó una viuda pobre
que echó en una de las arcas dos monedas de cobre de muy poco valor. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les
dijo: –Os aseguro que esta viuda pobre ha dado más que ninguno de los que echan
dinero en el arca; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella,
en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento. (Mar. 12:41-44)
Hchs. 20:35 En todo os he enseñado que, trabajando así,
se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Iehoshua,
que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
Hacer Tzedaká es una mitzvá a
través de la cual se adquiere mérito, felicidad y paz espiritual. Desde este
punto de vista se entiende que quien ayuda al otro, se está ayudando a sí
mismo.
El Rabino Najman de Breslov
dice:
“Siempre debes agradecer a la
persona que te da algo y nunca decir que en verdad eso no era de ella sino que
provino de Dios.”
Es aquí es donde funciona la
otra palabra Tzedek, ser agradecido para quién te ha ayudado es lo correcto, lo
justo, lo legal, lo verdadero, sigue siendo el mismo principio de que quien
ayuda a otro se ayuda así mismo, pero quién es agradecido honra al Eterno y se
ayuda a sí mismo. Ser mal agradecido es similar a la práctica de la rapiña:
Rabí Yojanán decía en nombre
de Rabí Shimeón bar Yojay:
¿Qué significa eso que dice
Dios: en Isaías 61:8, Porque Yo, YHVH, amo la justicia, Aborrezco la rapiña
para el holocausto; Pero a aquellos les daré su salario fielmente, Y haré con
ellos un pacto perpetuo?
Esto se puede comparar con un rey terrenal que
pasa por un puesto de peaje y dice a sus servidores: ¡pagad a los
encargados del peaje!.
Entonces ellos dijeron: ¡Señor nuestro! ¿No te pertenecen de todas formas los ingresos de todo el
sistema de peajes? ¿Por qué tienes que pagar peaje?.
Pero el rey respondió:
Todos los que viajan ha de aprender de mí a no eludir el
peaje
Así hablo también el Santo Bendito sea:
Odio el holocausto
con rapiña. ¡Mis hijos ha de aprender de mí y mantenerse alejados de la
rapiña!. (De b. Sukká [fiesta de los Tabernáculos] 30ª.)
¿Cuál es la forma de ser agradecido?,
ayudando a otros como te ayudaron a ti, eso es lo justo, pero cuando no eres
agradecido, lo que tienes es “un holocausto con rapiña”. Nuestro santo maestro
dijo:
“No reciban salario. De gratis
recibieron, de gratis den” (Mat 10:8)
De acuerdo a la tradición ancestral
de la Torá la justicia es: «lo mío es tuyo y lo tuyo es tuyo», tal como lo
expresara Rab Akiva, el gran Sabio del Talmud y maestro de Rabí Shimón Bar
Iojái, autor del libro del Zóhar. «Lo mío es tuyo» significa que lo que yo
poseo como individuo, no es sino para ayudar a mi semejante. Como el árbol que
es valorado por el fruto que da, lo mismo ocurre con el hombre: es superior
cuanto más da de sí a la sociedad.
“«Lo tuyo es tuyo» refuerza a
«lo mío es tuyo»; ya que cuando todos colaboramos con nuestro semejante y la
comunidad sin esperar recompensa, todos nos beneficiamos. Si sólo yo me ocupo
de mí, solamente una persona puede ayudarme: yo mismo. Por el contrario, cuando
cada uno piensa en ayudar a todos, hay miles de personas que se ocupan de mí.
Pero, para que esto se pueda llevar a cabo debemos transformar nuestro deseo de
recibir egoísta en altruismo. El egoísmo aumenta nuestra dependencia hacia el
mundo material transformándolo en un fin en sí mismo. En general, nuestro deseo
es incentivado por el anhelo de poseer más.” (Rabbi Haim D. Zukewar
zt´l )
Cuando utilizamos muestra
capacidad de elegir (Tzelem Elohim) inadecuadamente, siendo egocéntricos, utilizando
esa capacidad para nuestro propio beneficio, no podemos ser agradecidos. Debemos
cambiar nuestra manera de dar y recibir Tzedaká, siendo justos, verdaderos,
rectos, pero sobre todo agradecidos.
Oshia Meir
Comentarios
Y tanto como esta práctica tiene profundas implicaciones espirituales, también tiene estrategias muy bien estudiadas desde un punto de vista sociológico. Es decir, esa profundidad espiritual (que puede ser muy abstracta), en lo concreto (lo social) se materializa por la profunda comprensión de cómo verdaderamente ayudar a los individuos. En términos materiales y espirituales, tiene menor costo, y mayor beneficio para la sociedad instruir y formar a sus individuos para que NO dependan de la ayuda social por negligencia o malas decisiones, pero una vez requerida, por cuestiones circunstanciales entonces, la sociedad apoya. Pero en medio nuestro la cosa es al revés, lo “normal” es que el necesitado piense que siempre tiene que recibir apoyo, y lo circunstancial es que de vez en cuando, el necesitado asuma responsabilidad sobre sí mismo, cuando le es posible hacerlo.
Entonces desde esa perspectiva social, efectivamente la Tzedaka no es meramente dar soporte material. El mejor capital para la sociedad judía es su capital humano, y en ello canalizan sus esfuerzos, la Tzedaka está dirigida al aporte educativo, a la creación de instituciones de desarrollo social y de emprendimiento. Un enfoque totalmente proactivo y preventivo. Para que todo ello sirva como la mejor plataforma para que el individuo no tenga excusas para desarrollarse en lo individual, y no dependa de los demás. Y cuando así ocurra, la Tora y la sociedad, lo persuade a que desarrolle su sentido de gratitud por haber recibido, porque como comentábamos con el hermano, el que se vuelve justo no es quien da sino quien recibe al agradecer. Mientras quien recibe NO agradece, y replica también la tarea, entonces la justicia no es completa y sostenible, por mucho que en lo interno, a quien da, le genere sentimientos nobles y una satisfacción muy grande.
Con esto uno visualiza que en esta concepción de la Tora y del pensamiento judío, está implícita la idea de que el CEREBRO tiene que estar metido en la mano y el corazón bondadoso del alma, y principalmente en las manos de QUIEN RECIBE, para poder asimilar todos estos principios, corregir el sentido egoísta, y generar un efecto búmeran en el que todos estén continuamente ayudando a todos.